Investigación I - E-Boletín

Boletín Electrónico de Parapsicología Vol.18, No.2, Mayo 2023
Publicación cuatrimestral del Instituto de Psicología Paranormal - Todos los Derechos Reservados
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AGOTAMIENTO EMOCIONAL, EMPATÍA Y ESPIRITUALIDAD
EN LAS PRÁCTICAS DE ENFERMERIA
Mariano Benítez

INTRODUCCIÓN
Mariano Benítez
La temática surge a partir de la necesidad del análisis de las organizaciones de salud que funcionan como ambientes hostiles para los trabajadores. En consecuencia, a través de los “cuidados humanizados”, se proponen lineamientos estratégicos para el cuidado de los profesionales, donde uno de éstos es sensibilizar y medir el agotamiento emocional (AE) que son productores, entre otros, de trastornos psicológicos severos (Calle et al., 2017). El agotamiento puede depender de un atributo de la relación profesional de salud-paciente (Ruiz Gonzales, 2019) como la empatía – considerada un factor de riesgo para el incremento del AE. Una reciente investigación que estudió la relación entre espiritualidad/religiosidad y empatía en profesionales de salud mental, indicó que la espiritualidad “amortigua” eventos traumáticos que aparecen con otros constructos positivos, por ejemplo la empatía (Fuentes, 2020). Doolittle (2013) estudió residentes médicos que exploró las relaciones entre el agotamiento, el afrontamiento emocional y la espiritualidad, concluyendo que aquellos que se involucraban en una vida espiritual activa podían ser menos susceptibles al agotamiento.
La humanización de los servicios de salud es definida como un imperativo ético que contribuye a salvaguardar la dignidad humana en armonía con los principios bioéticos y las normas deontológicas que rigen las prácticas de atención a la salud (Carlosama et al., 2019). Asimismo los profesionales en medicina deben tener actitudes que generen atención humanizada, como tolerancia, empatía, respeto, equidad, simpatía y autenticidad (De la Cueva et al., 2018). Sin embargo, otros autores señalan que no pueden ser sólo buenas iniciativas sino un compromiso ético con la vulnerabilidad humana que genere salud y acompañe en el sufrimiento (Bermejo, 2014; Rojas, 2019) así como el paradigma conocido como “cuidado centrado en la persona”, incluyendo a quien tiene un problema de salud, familia y contexto y a los profesionales de la salud (Calle, Oviés & Tello, 2017).
El agotamiento emocional puede depender de un atributo de la relación profesional de salud-paciente, como la empatía, considerada un factor de riesgo para el incremento del agotamiento.
Personal de enfermería que se involucraba en una vida espiritual activa podía lidiar frente a los efectos devastdaores del agotamiento emocional.
Correa (2016) expresa que “cuando se habla de humanizar la atención en salud, se hace referencia, en principio, a todas aquellas acciones que hacen más humano al hombre” (p. 1227). Arias (2007) enfatiza que humanizar “es un proceso de comunicación y apoyo mutuo entre las personas encausada hacia la transformación y comprensión del espíritu esencial de la vida promulgando un trato humanizado basado en derechos” (p. 23). Guerrero Ramírez et al. (2015) sostiene que es necesario el cuidado humanizado en las profesiones porque esto se muestra en las políticas normativas que establecen las instituciones de salud, que reverencian los derechos de pacientes, su familia y la calidad del servicio brindado. Campos Onocko (2004) expresa que “los trabajadores de salud padecen un desgaste diferente al desgaste operario, ya que este cansancio de los trabajadores se debe a la necesidad de reponerse de su permanente exposición al sufrimiento y a la muerte” (p. 2).
Tajer (2021) propone una “medicina narrativa” para generar habilidades de comunicación y favorecer la prevención del agotamiento emocional y físico resultante de exigencias laborales en las instituciones de salud. Carballeira (2021) indica que los profesionales de la salud necesitan ser escuchados y es necesario entender su vulnerabilidad entendiéndolos como un capital básico para humanizar la sanidad. En efecto, en 2014 surgió un proyecto internacional para humanizar los cuidados intensivos en España llamado “Proyecto HU-CI”, otorgando un marco conceptual con el objetivo de implementar acciones específicas que contemplen la humanización como dimensión transversal de la calidad (Calle et al., 2017). Entre sus lineamientos estratégicos, se encuentra el cuidado al profesional, que propone acciones para la “sensibilización sobre el síndrome de desgaste profesional y factores asociados y plantea optimizar el conocimiento sobre este tema así como generar visibilidad, actividades formativas y evaluación mediante herramientas validadas” (p. 43) (Proyecto HU-CI, 2017).
 
Luego de la pandemia por COVID-19, los estudios evidenciaron duros efectos en la salud mental de los profesionales entre los que se puede encontrar síndrome de burnout (estrés laboral) (Peñafiel-León et al., 2021; Marquina-Luján & Adriazola, 2020; López & López, 2021). Una característica del estrés laboral es el agotamiento emocional, definido como la disminución de energía, sentimiento de desgaste físico y emocional asociado a una sensación de frustración y fracaso (Barreto Osama & Salazar Blanco, 2020) o como la pérdida progresiva de energía, idealismo, agotamiento, ansiedad, depresión, disminución de la empatía con los pacientes y desmotivación con el trabajo (Freudenberger, 1974; Cerón-López, 2020). El síndrome fue declarado por la Organización Mundial de la Salud como un factor de riesgo laboral, debido a su capacidad para afectar la salud mental e incluso poner en riesgo la vida (Aceves, 2006).
 
La empatía por su parte está definida por Hogan (1969) como “el acto de construir para uno mismo el estado mental de otra persona” y por Hoffman (1987) como “la respuesta afectiva más apropiada a la situación de otra persona que a la propia”. Sherman y Cramer (2005) consideran a la empatía desde el punto de vista de la neurociencia como una compleja forma de deducción psicológica en la que la observación, la memoria, el conocimiento y el razonamiento se combinan para producir pensamientos y sentimientos de otros, involucrando procesos cognitivos y emotivos que pueden ser evaluados y medidos. Otros autores que afirman que las puntuaciones de empatía se mantienen estables durante todos los períodos etarios (Christov-Moore et al., 2014) y que las mujeres puntúan más alto en empatía en comparación con los hombres (Christov- Moore et al., 2014; Eisenberg & Lennon, 1983; Michalska et al., 2013). En cuanto al ámbito cognitivo, la empatía implica la habilidad para entender racionalmente las experiencias internas, sentimientos de otros y la capacidad de adoptar su perspectiva; en tanto que en el ámbito afectivo, implica la capacidad de participar o tomar parte de la experiencia y sentimientos de la otra persona (Hojat et. al., 2001). Carrasco, Bustos y Díaz (2012) señalan que la empatía en el área de la salud se caracteriza como una destreza del profesional para deducir las experiencias internas del paciente y la habilidad de expresar esta comprensión promoviendo una mejor comunicación.
 
Por consiguiente, el uso de un estilo empático en profesionales de salud durante la comunicación es de suma importancia en la motivación de los pacientes para asumir un rol activo en su tratamiento, aumentando el compromiso con el tratamiento y el éxito (Hojat, Gonnella & Mangione, 2002). Los beneficios del uso de la empatía por parte de los enfermeros en el cuidado de los niños oncológicos, por ejemplo, mostró que las enfermeras se encuentran expuestas a sentimientos de ira, miedo y sufrimiento y que el uso de una asistencia empática favorece la mejora del estado de ánimo y el bienestar mental y emocional de los niños hospitalizados (Enrique et al., 2020) y niños hospitalizados por dolor crónico de cáncer (Silva et al., 2018). La empatía como estrategia de interacción, favorece la aproximación, la comprensión y la humanización de la atención, evitando la impersonalidad en las relaciones de cuidado.
 
Respecto a la espiritualidad, se ha contemplado como de suma importancia para el cuidado de pacientes, de carácter intrínseco a la naturaleza humana y como un poderoso recurso de sanación (Coile, 2002; O´Neill, 1998). Otros autores señalan que el cuidado espiritual consiste de aquellas tareas destinadas a identificar las necesidades espirituales con el objetivo de satisfacerlas aportando bienestar y significado a la vida para la atención holística del paciente (Morales, 2014). Asimismo, Forero Hernández et al. (2019) “la percepción espiritual involucra un juicio basado en la conciencia, la interpretación y el significado que hace la persona sobre la espiritualidad y sobre la forma en que se debe ofrecer el cuidado espiritual a otro.” Morales y Ojeda (2014) señalan que somos seres vulnerables y podemos sufrir en las dimensiones biológica, psicológica, social, emocional y espiritual, pero que los enfermeros aún no cuentan con el cuidado que se debe brindar en esta dimensión. Sin embargo, Leininger (1991) indica una gran preocupación en la enfermería en cuanto a los aspectos humanísticos y filosóficos del cuidado, respetando culturas y creencias.
 
Un estudio llevado a cabo en Bogotá con pacientes sometidos a quimioterapia indicó la necesidad de un cuidado humanizado, resaltando aquel de índole emocional, espiritual, social y afectivo que demanda un abordaje integral por parte de los profesionales de salud (Grisales-Naranjo & Arias-Valencia, 2013; Forero-Hernández, 2019). En un estudio realizado con enfermeros y familiares de pacientes hospitalizados en cuidados intensivos, Santos (2021) reconoció al soporte espiritual como significativo en el proceso de cuidado a los pacientes críticos. Con el objetivo de analizar la relación entre la resiliencia y la espiritualidad en sus tres dimensiones (intrapersonal, interpersonal y transpersonal), Redondo, Ibañez y Abad (2017) en pacientes ingresados en una unidad de cuidados paliativos, encontraron una relación positiva entre resiliencia y espiritualidad. A su vez, una recopilación bibliográfica en el contexto de pandemia tuvo como objetivo analizar el surgimiento, manifestaciones y tratamiento de la irritabilidad y proponer el fortalecimiento de la espiritualidad en profesionales de salud mental, dando como resultado que se presentaron casos de psicólogos irritables, molestos y angustiados, sin embargo, la espiritualidad fue el sustento para devolverles la armonía (Añazco & Manzo, 2022).
 
Teniendo en cuenta lo anteriormente planteado, este estudio se pregunta: ¿En qué medida el vínculo con el paciente potencia el agotamiento emocional? ¿Las creencias religiosas y espirituales del enfermero influyen a paliar el agotamiento emocional? Colocarse “en el lugar” del paciente, ¿contribuye en algún grado con la espiritualidad de los enfermeros/as? El objetivo general del estudio es evaluar el grado de agotamiento emocional y su relación con la empatía cognitiva y afectiva y el cuidado espiritual en enfermeros/as. Las hipótesis que se pusieron a prueba son que (1) se encontrará una relación positiva y significativa entre agotamiento emocional y empatía afectiva/cognitiva, es decir, a mayor empatía aumenta el grado de agotamiento emocional, (2) se encontrará una relación positiva y significativa entre agotamiento emocional y cuidado espiritual, es decir, a mayor espiritualidad aumentará el grado de agotamiento emocional (el estrés reactivo a la labor del enfermero refuerza sus creencias espirituales) y (3) se encontrará una relación positiva y significativa entre empatía afectiva y cognitiva y cuidado espiritual, es decir, a mayor empatía aumentará el nivel de espiritualidad.
MÉTODO
Participantes
 
La muestra estuvo compuesta por 327 enfermera/os argentino/as, 278 (85%) autoidentificadas bajo el género femenino y 49 (15%) autoidentificados bajo el género masculino, con un rango etario de 23 a 69 años (Media = 40,62 años, DT = 9,85) con acceso a internet que respondieron los instrumentos en formato on-line, con una antigüedad entre un año (como requisito de inclusión) hasta 42 años (Media = 12,33 años, DT = 9,88).
 
Instrumentos
 
Se diseñó un cuestionario corto ad hoc para relevar las características socio-demográficas de la muestra, tales como género, edad, educación superior, institución laboral (pública/privada), turno (Diurno, Nocturno o ambos) y Área de salud (se agruparon once áreas) y años de ejercicio de la profesión.
 
Inventario Maslach de Burnout (MBI; Maslach & Jackson, 1981; Maslach & Jackson, 1985). Se optó por emplear sólo los 22 ítems de “Agotamiento Emocional” definida como la disminución o pérdida de recursos emocionales, sentimientos de estar saturado y emocionalmente cansado por el trabajo. Se puntúa la respuesta mediante una escala tipo Likert que mide la frecuencia y la intensidad de cada una de las situaciones descritas mediante siete alternativas que van de 0 = Nunca hasta 7 = Diariamente (la escala también incluye dos subescalas: Despersonalización y Realización Personal). La fiabilidad interna de la subescala de “Agotamiento Emocional” del MBI es buena, con un coeficiente alfa de Cronbach= 0.73 (n = 22 ítems) para esta muestra.
 
Test de Empatía Cognitiva y Afectiva (TECA, Davis, 1996; Pérez-Albéniz, Paúl, & Etxeberría, 2003). El TECA es un cuestionario con 33 ítems que se responde mediante una escala Likert, siendo 1= Totalmente en desacuerdo a 5= Totalmente de acuerdo. La escala está factorializada en cuatro escalas primarias y dos escalas secundarias: (1) Adopción de perspectiva, que evalúa la capacidad para la tolerancia, la comunicación y las relaciones personales; (2) Comprensión emocional, que evalúa la capacidad para reconocer los estados emocionales de los otros, así como sus intenciones e impresiones; (3) Estrés empático, que se refiere a la conexión con los estados emocionales negativos de los otros y (4) Alegría empática, que hace referencia a la capacidad de compartir las emociones positivas de otras personas. La Adopción de perspectiva y la Comprensión emocional constituye el factor “cognitivo” de la empatía y el Estrés empático y la Alegría empática constituyen el factor “emocional” o afectivo de la empatía. La versión en español del instrumento fue publicada por TEA Ediciones (alfa de Cronbach = 0.87).
 
Escala de Evaluación del Cuidado Espiritual (Spiritual Care Rating Scale; McSherry, Draper & Kendrick, 2002; Melhem, 2016). La SScrS mide la percepción de espiritualidad del personal de enfermería que puede influir en cómo actúan y se comunican con los pacientes con respecto a la prestación de cuidados espirituales. Consta de 16 ítems una escala de tipo Likert de cinco puntos desde 1 = Totalmente en desacuerdo a 5 = Totalmente de acuerdo. La escala ha sido factorializada e incluye las subescalas de Espiritualidad (por ej. “Mi espiritualidad es una parte significativa de mi vida”, “Con frecuencia me siento muy cerca de Dios”, o “puntos de vista espirituales han tenido una gran influencia en mi vida”), Religiosidad (por ej. “Participó en privado de la oración o la meditación”, “Sólo el clero debe ayudar a los pacientes con creencias religiosas específicas”, o “leo material religioso”), y Atención Personalizada (por ej. “¿Cuán frecuentemente mencionas temas espirituales?, “El cuidado espiritual es una parte significativa de la práctica de la enfermería avanzada” o “La enfermera debe ayudar a un paciente en el uso de su religión”). La fiabilidad interna del SScrS es muy buena, con un coeficiente alfa de Cronbach= .93 (n = 21 ítems) para esta muestra.
 
Procedimiento
 
Se diseñó un formulario on line en la plataforma Google Forms© para anunciar por redes sociales, foros específicos y grupos de Whatsapp y alcanzar así el mayor número de enfermera/os que sea posible reclutar (con un rango-ventana de dos meses de permanencia en línea: Octubre a Noviembre de 2022). A causa de este procedimiento, no fue posible conducir una colecta de casos por muestreo no probabilístico, de modo que los resultados pueden no ser representativos sino sólo de aquellos dispuestos a responder con acceso a internet (enfermero/as de cualquier región que comprendan español). Los datos fueron tratados con confidencialidad y anonimato de sus respuestas e incluyó un consentimiento Informado apropiado antes de avanzar. La participación fue voluntaria y sin pago. Los datos obtenidos fueron sistematizados con el software SPSS v.2.0.
RESULTADOS
 
Se llevó a cabo un contraste de hipótesis sobre la normalidad de las tres variables (Agotamiento Emocional, Empatía y Cuidado Espiritual) mediante un análisis de Kolmogorov-Smirnov. A partir de los valores obtenidos, se asumió una distribución asimétrica de las puntuaciones de ambos instrumentos. En consecuencia, se decidió emplear para los análisis estadísticos, el test de ANOVA (Análisis de la Varianza) para comparar grupos y Rho de Spearman para correlacionar las puntuaciones de las escalas. Respecto a las características demográficas, la mayoría del personal de enfermería tiene muy buen nivel de capacitación (terciario y universitario ambos, el 82%), el 63% se desempeña en el ámbito público, poco más de la mitad se desempeña en el turno diurno (52%), con dedicación exclusiva a la enfermería (63%) y las áreas de salud predominantes son Clínica adultos y Cuidados críticos (23% y 20% respectivamente) (ver Tabla 1).
La H1 principal predice que se encontrará una relación positiva y significativa entre agotamiento emocional y empatía (afectiva y cognitiva), lo cual se confirmó (rs = .14; P = .005) siendo ambos estilos de empatía también significativas (Cognitiva rs = .15; P = .003 y Afectiva rs = .13; P = .007) (ver tabla 2).
La H2 principal predice que se encontrará una relación positiva y significativa entre agotamiento emocional y cuidado espiritual, lo cual se confirmó, aunque marginalmente (rs = .08; P = .04) siendo Atención Personalizada y Espiritualidad levemente más significativas (ambas rs = .10; P = .03) (ver Tabla 3).
La H3 principal predice que se encontrará una relación positiva y significativa entre empatía y cuidado espiritual, lo cual se confirmó (rs = .11; P = .02), siendo Atención Personalizada la más significativa (rs = .12; P = .01). Particularmente, la empatía afectiva mostró una correlación más fuerte con la Religiosidad (rs = .13; P = .009) (ver Tabla 4).
Análisis post hoc
 
Se encontró que las enfermeras tienden a mostrar mayor cuidado espiritual que los enfermeros (z = 2,58; P = .01), particularmente “Atención Personalizada” (z = 2,81; P = .005). Respecto a Agotamiento Emocional y Empatía no se encontraron diferencias significativas entre ambas (ver tabla 6). Respecto a la edad, se encontró que las enfermeras más jóvenes experimentan mayor Agotamiento Emocional (rs = –.10; P = .02), pero muestran mayor Cuidado Espiritual (rs = .18; P < .001). No se encontraron relaciones significativas ni con el nivel de educación ni con la antigüedad laboral. La institución privada mostró un significativo aumento del Agotamiento Emocional en comparación con la Pública (X2 = 19,81; P < .001), pero ninguna diferencia en Empatía y Cuidado Espiritual.
 
DISCUSIÓN
 
Los resultados muestran que aquellos enfermeros/as que tienden a ponerse en el lugar de sus pacientes o comparten sus emociones (sea en forma de comprensión tanto cognitiva como emocional), experimentan una disminución o pérdida de recursos emocionales o describen estar saturados y cansados emocionalmente por el desempeño de su profesión en el ámbito hospitalario. Además, los enfermeros empáticos muestran mayor “sintonía emocional” lo cual podría contribuir a un desgaste emocional que los condiciona en forma disfuncional en sus tareas asistenciales. En sentido inverso, aquellos que logran “disociarse” emocionalmente o muestran conductas más “frías y distantes” pueden afrontar el estrés que involucra la ejecución de tareas en el ámbito hospitalario.
 
Aquellos que además de la cualidad empática de su personalidad están involucrados en prácticas religiosas o espirituales también experimentan altas dosis de estrés laboral y agotamiento emocional. En efecto, la práctica espiritual posee un compromiso emocional para el modo de afrontar el dolor humano y las tensiones originadas en el cuerpo hospitalario porque están relacionadas con el agotamiento emocional y posiblemente “potencien” el estado de vulnerabilidad en la práctica de la enfermería. También es posible que las prácticas espirituales y religiosas del propio enfermero, en comparación con aquellos que consideran a la espiritualidad un aspecto de poco valor para las prácticas de enfermería, permita afrontar mejor el agotamiento emocional, poniendo énfasis en rituales, oraciones y lecturas religiosas. Tales prácticas moldean y contribuyen al bienestar en la práctica de la enfermería, sin necesidad de adoptar una actitud “distante” con su paciente sino sintonizando con éste para poder aliviar el estrés y el agotamiento (Parra, 2017, 2018a, Parra, 2018b).
 
Finalmente, aunque las enfermeras más jóvenes experimentan agotamiento emocional, brindan mayores cuidados espirituales, o sea, prestan más atención a temas tales como la oración, la meditación y el cuidado empático que resulta de una relación profunda y espiritualmente significativa. La espiritualidad entre las enfermeras puede influir en cómo actúan y se comunican con los pacientes respecto a la prestación de cuidados espirituales. Además, la espiritualidad y el cuidado espiritual están relacionados culturalmente y se ven afectados por el origen étnico, la religión, el nivel educativo y la experiencia clínica de la enfermera (Campesino et al. 2009; Ozbasaran et al., 2011). Como este estudio ha demostrado, el cuidado espiritual puede ser el centro de la “atención holística” que brindan las enfermeras, tanto técnica como emocionalmente. Sin embargo, el cuidado espiritual de las enfermeras se centra principalmente en los sistemas de creencias y el contexto religioso (Murray & Zentner, 1989; Christensen & Turner, 2008). Como sugiere Burkhart y Westera (2017): “Las enfermeras pueden crear una atmósfera para aumentar la probabilidad de que el paciente preste atención espiritual y evalúe a sus pacientes con una apertura hacia de amor, la esperanza y la compasión” (p. 931).
 
La institución privada mostró un significativo aumento del agotamiento emocional en comparación con la institución pública, pero ninguna diferencia en empatía y cuidado espiritual. Este resultado podría explicarse desde la diferencia en materia de derechos y obligaciones laborales que existe entre los enfermeros/as que se desempeñan en el ámbito privado y público, teniendo en cuenta las normas que regulan su profesión y la suma de exigencias de cada sector, donde una podría ser que en el sector privado se desempeñan funciones por fuera de las competencias de la profesión (Aspiazu, 2017).
 
Considero los análisis de diferentes autores a favor de la contribución al marco conceptual de la humanización en salud, teniendo en cuenta los lineamientos planteados y agregando nuevos resultados, por ejemplo, los años de ejercicio de la profesión (mayor a diez años), tipo de área de trabajo (áreas críticas) está relacionado positivamente con el agotamiento y la perdida de empatía (Cerón López, 2020). También que las enfermeras de urgencias y oncología presentan mayor agotamiento que otras áreas (Cañadas et al., 2018) y que algunos de los factores de riesgo asociados a este agotamiento son la edad, el sexo y años de graduación (Zuin, Peñalver, & Zuin, 2020). En cuanto a la relación del agotamiento y el Cuidado espiritual el uso de una asistencia empática favorece al estado de ánimo y el bienestar mental de pacientes (Enrique et al., 2020) para a la humanización de la atención (Silva et al., 2018). También se reconoce al soporte espiritual en el proceso de cuidado a los pacientes críticos (Santos, 2021) y como tal, servir como amortiguador de situaciones agotadoras para los trabajadores de salud (Añazco & Manzo, 2022).
 
La empatía con el paciente claramente incrementa el grado de agotamiento emocional en los/as enfermeros/as debido al valor de la puesta de esfuerzo, emocional y espiritual, del cuidado de enfermería sobre la atención del paciente, sus emociones, cuidados paliativos frente su dolor, tareas de higiene, tolerancia a la jefatura, condiciones hospitalarias, magros salarios y otros factores estresores que afectan la salud mental del enfermero. De hecho, aquellos que se ocupan de tales tareas podrían afrontar y modular el estrés laboral gracias a las prácticas espirituales, por ejemplo, la oración cristiana, la meditación, las peregrinaciones o los retiros religiosos, pueden ser herramientas útiles para lidiar contra el estrés. Algunas enfermeras mostraban ser practicantes de técnicas de imposición de manos, Reiki u otras técnicas, las cuales aseguraban que eran fructíferas a la hora de mejorar el vínculo con el paciente, en particular si el paciente comparte sus mismas creencias religiosas y/o espirituales. En este estudio, las enfermeras veteranas en su labor contrastaban con las más novatas, sobretodo a la hora de intervenir en tareas espirituales con sus enfermeras.
 
En cuanto a las limitaciones de la presente investigación vale destacar que los resultados no pueden ser generalizables a todos los profesionales de enfermería, pero es importante continuar investigando sobre la temática planteada, teniendo en cuenta muestras más amplias y más sectorizadas para luego llevar a cabo una comparación más estricta ofreciendo así altos conocimientos sobre el tema en Argentina. Llevar a cabo el presente estudio conllevó a la necesidad de replantearse tanto las instituciones educativas que, desde la base, deberían brindar herramientas que sensibilicen y prevengan el agotamiento emocional, fortalezcan la empatía y construyan un cuidado espiritual en los estudiantes, como las instituciones de salud que se ajusten a la humanización de los cuidados de sus trabajadores, pensándolos como personas vulnerables al sufrimiento emocional brindando herramientas para paliar el agotamiento, generar espacios de escucha, de recreación, fortalecer los vínculos y limitar el desgaste emocional. También brindar contención psicológica a los trabajadores de salud, considerando la esfera psíquica y espiritual con la misma importancia que la física.
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* Psicólogo clínico con orientacióin cognitivo-conductual graduado por la Universidad Abierta Interamericana (UAI) y licenciado en enfermería por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQUI). Obtuvo un diplomado internacional en Cuidados Humanizados graduado por ISALUD, Género y Salud por la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ). Actualmente se desempeña como docente en la Universidad Nacional Arturo Jauretche y ha cumplido servicios como enfermero en las áreas de Cuidados Críticos y Gastroenterología en el Hospital de Alta Complejidad en Red “El Cruce”. El presente artículo es una versión abreviada y revisada de su tesis de grado para obtener la licenciatura en psicología por la Universidad Abierta Interamericana (UAI).

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